lunes, 30 de junio de 2025

¿De qué hablamos cuando hablamos de dramaturgia de la danza?



Cuando nos preguntamos qué implica hablar de dramaturgia en el ámbito de la danza, nos enfrentamos de inmediato a una paradoja: ¿es posible pensar en dramaturgia sin texto verbal, sin una línea argumental reconocible, sin personajes definidos ni diálogos? Esta pregunta nos invita a revisar y expandir la noción misma de dramaturgia, desplazándola más allá del dominio exclusivo de la escritura teatral tradicional.


En este sentido, hablar de dramaturgia de la danza no remite necesariamente a la existencia de un texto escrito o verbal, sino a la presencia de un discurso que opera como texto. Es decir, una unidad de sentido articulada a partir de una determinada materialidad —cuerpo, espacio, tiempo, movimiento, imagen, sonido— que construye significados en diálogo con un contexto sociohistórico determinado. La danza, por lo tanto, puede leerse como un texto expandido, donde la escritura no se inscribe en palabras, sino en gestos, ritmos, intensidades, desplazamientos y silencios.


Esta concepción reconoce que la danza produce sentido desde una lógica que no depende del lenguaje verbal, pero que no por ello es ajena al discurso. El cuerpo en movimiento se vuelve materia significante, y por tanto, susceptible de análisis. Cada elección coreográfica —ya sea compositiva, espacial, rítmica o energética— puede ser leída como parte de una construcción discursiva que no se clausura en sí misma, sino que remite a otros textos, a otros discursos, a otras memorias.


Así, leer una obra de danza desde su dramaturgia implica reconocer en ella una red de sentidos en tensión, una trama de relaciones entre elementos que la constituyen y los contextos que la atraviesan. Significa, además, asumir que todo texto —incluso el que se despliega desde el cuerpo— está siempre en relación con otros textos. Esta lectura intertextual no se limita a lo que se ve o se escucha en escena, sino que se expande hacia lo cultural, lo político y lo histórico, abriendo la danza a un campo de significación mucho más amplio.


En definitiva, pensar la dramaturgia de la danza es asumir que esta práctica no está exenta de discurso, sino que es en sí misma una forma de escritura. Una escritura que, aunque no siempre se lee con los ojos, puede ser comprendida en su espesor simbólico y material, en su capacidad de nombrar lo innombrado, de hacer visible lo invisible, de inscribir sentido allí donde el lenguaje verbal no alcanza.


viernes, 27 de junio de 2025

Ella baila en el balcón.

Ella baila en el balcón.
Y ese gesto simple, vital, se vuelve rebelión.
Baila porque no se va a dejar vencer por el odio.
Porque en este tiempo donde quieren imponernos la tristeza,
la alegría es resistencia.

> “La felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación no se negocian.”
— Cristina Fernández de Kirchner



¿Por qué tanto odio hacia su baile?
Porque hay quienes no toleran que los cuerpos del pueblo
sean capaces de expresar vida.
Porque como decía Pierre Bourdieu,
el cuerpo es portador de historia social,
y el suyo, el nuestro, guarda memoria de resistencia.

Bailar es vivir.
Bailar es recordar que todavía estamos acá.
Bailar es desafiar la muerte con el cuerpo.

La derecha neoliberal nos quiere quietos, callados, rotos.
Por eso persiguen, encarcelan, proscriben.
No es justicia. Es venganza de clase.
La detención de Cristina no es un hecho aislado,
es parte de una estructura de exclusión y disciplinamiento,
como bien advierte Judith Butler cuando habla del poder
que decide qué cuerpos son visibles y cuáles deben ser anulados.

> “No quieren que pensemos, no quieren que sintamos,
no quieren que soñemos.”
— Cristina Fernández de Kirchner



El gobierno de Milei nos quiere solitarios, individualizados,
sin pasado y sin futuro.
Pero como nos enseñó Walter Benjamin,
la historia no es una línea de progreso,
es un campo de lucha donde el presente puede redimir el pasado.
Y hoy, esa redención se baila, se canta, se milita.

Nosotros,
los que resistimos la dictadura, el exilio, el 2001,
no vamos a dejar de bailar.

Porque como dijo Spinoza,
“nadie sabe lo que puede un cuerpo”,
y nosotros sabemos que nuestros cuerpos pueden
resistir, abrazar, desear y construir lo que viene.
Negra77

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