lunes, 4 de abril de 2022

TEATRO POSDRAMATICO .

El libro Teatro posdramático, de Hans-Thies Lehmann fue publicado originalmente en Alemania, en 1999. La publicación en español se debe a la CENDEAC, en Murcia, España, y a la editorial Paso de gato, en México, y es recién de 2013. Su impacto en la teoría teatral mundial fue sin duda gigante, que mucho antes de su traducción el término se había popularizado entre los teatristas hispanoparlantes y sus conceptos habían circulado en el ambiente académico y crítico. Es un tipo de teatro que rompe con la idea de ficción y donde el texto dramático deja de ser central para la puesta en escena, además de que los elementos materiales (iluminación, escenografía, objetos, cuerpos, voz, espacio) se configuran para que ya no estén supeditados en crear una atmósfera realista. Este tipo de juegos escénicos, de exploraciones materiales, han llevado al teatro de los últimos treinta años a encontrar poéticas —tanto en el texto dramático como en la escena— de nuevas estructuras que muestren un teatro de la percepción, de las imágenes, de los cuerpos y, por lo mismo, más cercano a lo performativo y al arte conceptual.


Este tipo de teatro no es hegemónico,




Entre las compañías y artistas escénicos que podrían entrar dentro de esta estética no ficcional se encuentran Needcompany, She She Pop, René Pollesh, Angélica Lidell, Rodrigo García, Emilio García Wehbi, Periférico de Objetos (años ochenta y noventa), Pina Bausch, (noventa), Romeo Castellucci, Jan Fabre entre muchos otros.


El espectáculo posdramático cuestiona los principios fundantes de la puesta en escena: ya no se construye ni se percibe como una unidad, sino a través de fragmentos, a veces contradictorios, que no confluyen hacia una acumulación cuyo clímax es el final; la obra no aparece como algo terminado ni fijo, sino que lo aleatorio y lo azaroso son parte inherente del espectáculo. También se cuestiona el sentido, principio articulador de la puesta en escena tradicional. Se aspira a un espectador emancipado que no se sitúe en relación de subordinación con el espectáculo, ni suponga que este es portador de un sentido definido de antemano por el autor y/o el director; sentido que él solo debe interpretar. El espectador es productor de sentido, no intérprete. Se prescinde de la ficción como convención articuladora. El teatro ya no representa, sino que se manifiesta como una realidad autónoma, algo que acontece escénicamente y que no reconoce su fundamento de verdad en la representación de otra cosa. Naturalmente, se evita completamente la construcción de una fábula (en el sentido de relato), con todos sus atributos: diálogos, personajes, situación dramática… El texto deja de ser el elemento principal sobre el que se estructura el espectáculo. Aún en el ‘posdrama textual’, por ejemplo en Müller, el texto es un elemento más, que no somete a la escena, sino que esta conserva plena autonomía, constituyéndose como un sistema significante independiente del texto (a veces como complemento, a veces como oposición). Siguiendo el camino iniciado por las vanguardias, el teatro posdramático cuestiona los límites de cada campo artístico en particular, incorporando procedimientos de otras artes (danza, música, plástica, video) y creando una hibridación de lenguajes que pone en crisis la separación entre las artes. . Este teatro es receptivo a la inclusión de nuevas tecnologías (videos, Internet, telefonía móvil, etc.), así como también a la ‘participación’ y/o mediación del público mediante estos formatos.


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